Casting: Gretel M. Wolf

Gretel intentaba abrir las llaves de una de las habitaciones, estaba algo atascada, pero con un empujón lo resuelve todo. Allí se le presentaba un sitio bastante sucio, eran los vestigios de una posible noche alocada debido al huésped que se alojó la noche anterior, uno de esos tipos despreocupados que no le importa ensuciar, total, hay empleadas. Sabanas desparramadas, algunas bragas olvidadas, una botella de vino sin acabar y dos copas encima de la mesita de noche. Sí, hay mucho que hacer; la mañana apenas empezaba, y ya tenía que limpiar la suciedad de otro.

Pero hay una energía fría que invade el dormitorio, es extraño, como si alguien estuviese ocupando el mismo sitio a pesar de haber una persona. ¿Qué será?, las ventanas están cerradas, y las cortinas aún no fueron corridas para iluminar. El suelo, manchado de crema, mejor que no se le cruce por la cabeza que es lo que hicieron, más allá, una silla solitaria, con un hermoso tallado en madera y fundas bordo. Al hotel no se le escapa nada si se trata de lujosos detalles. Pinturas que adornan las paredes pero que nadie le da importancia.

No fue entonces que la puerta se cerró estrepitosamente, mientras una voz susurrante comienza a llamar ‘Gretel, Gretel’, es distorsionada y atrayente al mismo tiempo.  


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¡Buena suerte!

¿Por dónde empezar? Se estaba volviendo uno de mis grandes dilemas internos y para colmo, temía utilizar el tacto de mis manos sobre ciertos objetos esparcidos alrededor del cuarto. O sea, algunas tareas eran sumamente sencillas de hacer y podría terminarlos durante un lapso de media hora e incluso fragmentos de minutos contados a contra reloj. En fin, si quería ganarme una paga justa debía esmerarme por complacer las propias demandas de mis superiores. Aunque, sincerandome conmigo misma han sido muy pocas las veces que pude verle nitidamente el rostro de mi “querido” jefe. Una persona sumergida dentro de nebulosas misteriosas tanto como los mismos escurridizos rumores entorno a cada rincón del hotel. Eché un fugaz vistaje a la hermética habitación; se destilaba los rastros de una noche de lujuria desatada y por lo visto sus ocupantes se pasearon por sus anchas recapitulando los indicios del pecaminoso Edén. Tal ves,  evitando desentrañar más allá de lo qué mis propios pensamientos desdibujaban se apaciguarían finalmente  mis tontos análisis de lo sucedido: Tuvieron sexo y ya. La sangre de mis venas manchó mis cachetes en señal de tierno pudor y de un momento para el otro, enrollé los brazos abrazando mi figura, restregándome reiteradas veces y buscando desesperadamente recobrar algo de temperatura corporal; el ambiente estaba demasiado helado. Pero, no al limite de percibir mi acelerada respiración tal como si estuviera de cara a un congelador.

Desde que entré; la horrible idea de ser estudiada por alguien me perseguía e intranquilizaba. Tragué saliva nerviosa y el azotar feroz proveniente de la entrada hizo que me paralizara completamente justo al momento, que me disponía a hincarme sobre mis rodillas para empezar a repasar con el trapo. ¡Ah, no. Debían ser simples imaginaciones mías! No hay nadie allí. Solo soy yo y mi alborotada conciencia. “No pasa nada, no pasa nada” Repetía entre mí, enfocando la vista y concentrándome en limpiar la crema esparcida alrededor del piso. Una delicia ruinamente echada a perder.