Casting: Nicholas Jenssen

Nicholas, de alguna forma evadió la seguridad del hotel aún así se las arreglo para encontrar a Allan. Parece un círculo vicioso de nunca acabar. La habitación de su amante se hallaba en una suite, una de las caras, por eso había que atravesar ciento de pasillos. Laberintos complejos que son algo difícil de solucionar, pero para alguien que asiste todos los días no ha de ser un problema y tampoco entorpecería su búsqueda inminente.

Algunos observan a Nicholas, y no porque sea un desconocido que camina como si fuera el dueño del mundo. Al contrario, se fijan en su aspecto poco confiable y de paso mostrando indiferencia, alzando la barbilla en una situación incómoda de: niño, deberías conocer tu lugar, sí, no hay que ser adivino para saber que piensan esas mentes huecas. Igualmente no todos son iguales.

Ahora, de todo esto, sólo hay una pequeña duda. ¿Se presentará como una buena perra que menea su rabo ante su amo?, ¿o desistirá y dará la vuelta? Por desgracia, sirvientas y sirvientes andaban dando vueltas por el recinto, y por casualidad uno de ellos habló:

— El Sr Lundgren no quiere que lo molesten. Al parecer trajo de nuevo un acompañante. —Dijo en murmuró.

— A mí solo me pidió servicio a la habitación. Una botella de vino de los buenos, y sushi. —Atinó a decir, ignorando la presencia masculina.

Es extraño. Allan no citó a Nicholas, pero ambos han estado de acuerdo en tener una relación abierta.

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¡Buena suerte!

Había sido justo en ese momento cabal en el que se había deslizado son sutileza tras el personal de la recepción. Procuró no llamar demasiado la atención en la entrada, pero no jugaba a su favor su apariencia ni el hecho de que un guarda de seguridad estuviese discutiendo algo con un cliente del hotel que parecía echar humos. Trató de eludirlo como mejor opción cuando este no miraba en la dirección a la que se dirigía el azabache hasta perderse entre la gente que subía a sus respectivas habitaciones, agotados o simplemente porque habían llegado por primera vez – O segunda -. Se había percatado una vez paseando por los largos pasillos que el ambiente del hotel contrastaba enormemente con él mismo, simplemente no le iba.

Respiró hondo como si el aire que inundaba tal estructura fuese completamente diferente al que estaba acostumbrado en su rutina diaria. Con las manos en los bolsillos, siendo inseguridad pero aparentando lo contrario; un pensamiento dando botes en su mente que ralentizaba el paso, observaba con detenimiento los números que designaban las habitaciones. Tenía que reconocer que en cuanto a decoración el gusto del hotel era excelente, pero ahora estaba demasiado ensimismado en otra cosa como para intentar entusiasmarse. La cabeza alta y los hombros desganados, simplemente una posición que parecía serle cómoda; una ojeada hacia quienes parecían recriminarle con sus miradas por, seguramente, su pésimo aspecto, no tenía un traje para esta ocasión y tampoco lo usaría, supuso; que respondía con indiferencia. Como si los demás pudiesen decirle que hacer, solo bastaba mirarles a los ojos para saber lo que pensaban tras esos gestos y esas muecas, y muchas veces ni mirarles. Daba por sentado que ellos no sabían absolutamente nada y no tendrían por qué saberlo.

Ese pensamiento volvió dando tumbos otra vez en su mente, era la clásica duda que venía en los momentos menos apropiados cuando estás haciendo algo improvisado y que, si no la resuelves en el momento justo, puedes acabar discutiendo contigo justo antes de llegar a la meta. Por otro lado, tenía la sensación encima de que quizás lo mejor era dar media vuelta y ver lo que pasaba otro día pese a haber llegado tan “lejos”. O quizás podría tocar simplemente la puerta de Allan con una expresión sumisa. No, eso último no lo tenía tan claro.

A un par de metros se encontraba la habitación que andaba buscando aunque su sonrisa se esfumó ante las diferentes presencias y su cuestión continuó presente. Vaciló, frenando por unos instantes contemplando la situación que se le presentaba. Y aunque volvió a reanudar el paso tras varios segundos, percibió como una de los sirvientes se acercaba a otro. El azabache prestó atención y la opción de irse ganó terreno ante la de continuar.

"Un nuevo acompañante." Fue lo único que se repitió después de escuchar el breve intercambio de palabras. Parpadeó un par de veces, no recordaba que Allan le hubiese citado, no obstante ellos habían escogido tener una relación abierta conformemente. Desistió volviendo hacia la entrada, quizás le esperaría cuando fuese más tarde y se presentaría de nuevo cuando le viese salir del hotel fingiendo que fue casualidad encontrarle, mas no lo tenía tan claro. Volvió a caminar por los pasillos sin prestar atención a su entorno ni a las personas que se le cruzaban por delante.